jueves, 10 de junio de 2010

LAS SEMILLAS

enseñanza principal


En el camino hacia conseguir nuestras metas, y en las dificultades que superamos, muchas veces desarrollamos aquello que nos hacía falta para triufar.



Cuento

Hubo una vez 4 semillas amigas que llevadas por el viento fueron a parar a un pequeño claro de la selva. Allí quedaron ocultas en el suelo, esperando la mejor ocasión para desarrollarse y convertirse en un precioso árbol.

Pero cuando la primera de aquellas semillas comenzó a germinar, descubrieron que no sería tarea fácil. Precisamente en aquel pequeño claro vivía un grupo de monos, y los más pequeños se divertían arrojando plátanos a cualquier planta que vieran crecer. De esa forma se divertían, aprendían a lanzar plátanos, y mantenían el claro libre de vegetación.



Aquella primera semilla se llevó un platanazo de tal calibre, que quedó casi partida por la mitad. Y cuando contó a las demás amigas su desgracia, todas estuvieron de acuerdo en que lo mejor sería esperar sin crecer a que aquel grupo de monos cambiara su residencia.



Todas, menos una, que pensaba que al menos debía intentarlo. Y cuando lo intentó, recibió su platanazo, que la dejó doblada por la mitad. Las demás semillas su unieron para pedirle que dejara de intentarlo, pero aquella semillita estaba completamente decidida a convertirse en un árbol, y una y otra vez volvía a intentar crecer. Con cada nueva ocasión, los pequeños monos pudieron ajustar un poco más su puntería gracias a nuestra pequeña plantita, que volvía a quedar doblada.



Pero la semillita no se rindió. Con cada nuevo platanazo lo intentaba con más fuerza, a pesar de que sus compañeras le suplicaban que dejase de hacerlo y esperase a que no hubiera peligro. Y así, durante días, semanas y meses, la plantita sufrió el ataque de los monos que trataban de parar su crecimiento, doblándola siempre por la mitad. Sólo algunos días conseguía evitar todos los plátanos, pero al día siguiente, algún otro mono acertaba, y todo volvía a empezar.



Hasta que un día no se dobló. Recibió un platanazo, y luego otro, y luego otro más, y con ninguno de ellos llegó a doblarse la joven planta. Y es que había recibido tantos golpes, y se había doblado tantas veces, que estaba llena de duros nudos y cicatrices que la hacían crecer y desarrollarse más fuertemente que el resto de semillas. Así, su fino tronco se fue haciendo más grueso y resistente, hasta superar el impacto de un plátano. Y para entonces, era ya tan fuerte, que los pequeños monos no pudieron tampoco arrancar la plantita con las manos. Y allí continuó, creciendo, creciendo y creciendo.



Y, gracias a la extraordinaria fuerza de su tronco, pudo seguir superando todas las dificultades, hasta convertirse en el más majestuoso árbol de la selva. Mientras, sus compañeras seguían ocultas en en el suelo. Y seguían como siempre, esperando que aquellos terroríficos monos abandonaran el lugar, sin saber que precisamente esos monos eran los únicos capaces de fortalecer sus troncos a base de platanazos, para prepararlos para todos los problemas que encontrarían durante su crecimiento.





Autor.. Pedro Pablo Sacristan

EL LEON AFONICO




CUENTO

. Valor Educativo

Moderación y autocontrol

Los gritos y amenazas no son el mejor camino para conseguir las cosas que queremos, ni los amigos que queremos La sabana Un león y un puerco


Había una vez un león afónico. Era afónico desde siempre, porque nunca había podido rugir, pero nadie en la sabana lo sabía. Como desde muy pequeño había visto que no podía rugir, había aprendido a hablar sosegadamente con todo el mundo y a escucharles, y convencerles de sus opiniones sin tener que lanzar ni un rugido, ganándose el afecto y confianza de todos.

Pero un día, el león habló con un puerco tan bruto y cabezota, que no encontraba la forma de hacerle entrar en razón. Entonces, sintió tantas ganas de rugir, que al no poder hacerlo se sintió en desventaja. Así que dedicó unos meses a inventar una máquina de rugir que se activase sólo cuando él quisiera. Y poco después de tenerla terminada, volvió a aparecer por allí el puerco testarudo, y tanto sacó al león de sus casillas, que lanzó un rugido aterrador con su máquina de rugir.

- ¡¡¡GRRRRROAUUUUUUUUUUUU!!!

Entonces, no sólo el puerco, sino todos los animales, se llevaron un susto terrible, y durante meses ninguno de ellos se atrevió salir. El león quedó tan triste y solitario, que tuvo tiempo para darse cuenta de que no necesitaba rugir para que le hicieran caso ni para salirse con la suya, y que sin saberlo, su afonía le había llevado a ser buenísimo hablando y convenciendo a los demás. Así que poco a poco, a través de su tono amable y cordial, consiguió recuperar la confianza de todos los animales, y nunca más pensó en recurrir a sus rugidos ni a sus gritos.





Autor.. Pedro Pablo Sacristan

martes, 8 de junio de 2010

Corto Disney

el conejito y el regalo mágico


Autor Pedro Pablo Sacristan





Valor Educativo

Mostrar que la generosidad y el dar a los demás suelen revertir en uno mismo de la forma más imprevista y más grandiosa El campo y los animales Un conejito y un mago.


Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy pobre caminaba triste por el campo cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias ramitas."Son mágicas, y serán aún más mágicas si sabes usarlas" El conejito se moría de hambre, pero decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.

Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar."Dame algo, por favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas. Sin embargó, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó una ramita del saco y se la dió a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia. El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita mágica, pero que la ovejita la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.
Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, que se mostraron muy orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando por el hambre, y también se la dió a él.

En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas mágicas que te entregué? ¿qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas?. ¡Pues sal fuera y mira lo que has hecho!
Y el conejito salió temblando de su casa para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de alrededor se habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los animales!!
Y el conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos